Junjou....

Junjou....
gomenasai... aishiteru!

Hasta Encontrarte...

I.

Esa noche la luna brillaba con una inmensa fuerza.

Sentado en el asiento trasero del taxi, Yuui pensaba en la monotonía de su vida, y en el vacio con el que cada noche de viernes terminaba. Noches materialistas, llenas de alcohol, diversion y desvelo que al terminar siempre lo llevaban a acostarse solitario en su casa con un sabor a vacio en los labios.

Y miraba la luna, y se preguntaba el motivo de su soledad...

Sin embargo, no quería cambiar su rutina, la monotonía hacía que todo permaneciera en su lugar de manera comoda e insensible.

Miró su reloj una vez más. Las 2 y media de la noche. La hora no era problema para él, después de tanto tiempo visitando ese mismo club, ´la entrada jamás le era negada.

Bajó del taxi y vió la puerta cerrada, una que otra persona estaba afuera del lugar, hablando por telefono o partiendo ya para sus casas. El se limitó a pasar junto a ellos como si de objetos inanimados se tratasen y golpeo la puerta un poco. Al guien se asomó por la ventanilla. "Buenas noches, ¿puedo entrar?", pregunto con amabilidad. El cadenero lo reconoció y le dió la bienvenida mientras la puerta se abría para dejarlo entrar a su mundo, aquel mundo que despues de tanto tiempo no le parecía tan divertido pero que no podía dejar.

Pago su entrada recibiendo el mismo boleto rosa que cada viernes le indicaba el inicio de una noche de cervezas. Miró a su alrededor; muchas caras conocidas pero sin ser cercanas, algunas otras nuevas mostrando el temor de su primera vez en aquel lugar. La gente charlando, riendo y tomando sin involucrarse con los demás. Se oían rumores sobre los artistas de moda y sus momentos impactantes, sobre la ropa de moda que acababan de comprar o sobre lo nefastos que podían ser la gente sin dinero... el materialismo se expresaba en mil y un formas olvidándose de la humanidad...

"La misma mierda de siempre", pensó, mientras se dirigía a la barra para obtener sus cervezas y despues poder sentarse sin que nadie lo mirara...

Esa era su única diversión ahora,... observar a los demás. limitarse a ser simple espectador del superfluo mundo que a veces le envolvía y que le permitía sentirse un poco más cuerdo, más maduro, pero tambien más viejo y más vacio.

Y pensar que hasta hace algunos años el era justo como ellos.

Y pensar que quizás hasta fué peor.

Sin embargo, no dejaba de maravillarse de aquel ciclo que siempre se repetía en aquellas personas, en aquel lugar, esperando que, de un momento a otro, algo pasara para cambiar la rutina preestablecida..

Mientras tanto, sus cervezas se consumían junto con aquel cigarro que siempre le acompañaba para calmar sus ansias de volverse loco. El humo volaba y se deshacía entre el aire frío de la madrugada. Miró la luna otra vez, asomada entre las palmeras del jardín. Si hubiera algo que pudiera ponerlo en trance era la luna y su belleza, la representación de su diosa mas amada y su protectora personal.

La luna había vivido junto a el muchas alegrías, pero tambien cientos de tristezas, lagrimas y frustraciones que lo habían convertido en el ser que se encontraba ahí esa noche. Ella era la única que se mantenía perpetua a su lado y quien conocía sus más intimos secretos.

De no ser por ella, quizás la cordura se hubiera ido de el hace mucho tiempo. Quizás la locura le hubiera invadido hasta cerrarse en lo más profundo de su corazón, en aquella parte vital tan maltratada y mal usada...

Por eso la veía y sonreía, era su compañera de aventuras perpetua...

La cerveza se acababa en el ultimo trago que le dió. Sintió el ansia de seguir tomando, asíque se levanto dirigiendose a la barra nuevamente. Pasaba entre la gente como si fuera un fantasma merodeando en la vieja casona... Como si nadie pudiera verlo.

Entró al lugar, lleno de calor y de muchedumbre. Los sillones atestados de personas hablando mientras que otros permanecían en los pasillos bailando y disfrutando de la noche. No los miró siquiera, simplemente se limitó a pasar entre ellos tratando de no tocarlos y no interrumpir su frenetica danza de miradas y sonrisas, de manos rozando cuerpos y de obvios coqueteos que lo repelían de esas personas. Llegó a la barra donde muchos hablaban sin dejar lugar para tomar sus cervezas. "Que molesto. Después de tomarmelas me marcharé", volvió a decirse para sus adentros.

Después de un rato, obtuvo sus cervezas y volvió a encaminarse rumbo al jardín. Subió los escalones que lo dirigían al pasillo mientras comenzaba a sentirse un poco asqueado de ese ambiente, de esa monotonía que siempre lo embargaba al estar ahí. Quizo entonces perderse en el alcohol para olvidar esa noche y olvidar todo lo que pudiera pasar, quizo convertirse en un simple animal y dejarse guiar por aquellos instintos que a veces lo hacían sentir culpable cuando todo estaba hecho, y que alimentaban el vacio creciente en él.

De pronto sus pensamientos fueron interrumpidos por una imagen. En uno de los sillones, recostado, un cuerpo solitario llamó su atención. Un chico profundamente dormido, hecho un ovillo, con cabello largo cubriendo su rostro. Sin esperarlo, se fue acercando, su cuerpo estaba actuando inconscientemente, o quizás algo dentro de él actuaba más rápido que la razón y lo hizo actuar así, poniendose en cuclillas y comenzando a acariciarle suavemente su cabello, como si de un conocido se tratase.

Entonces el joven comenzó a moverse, mirando fijamente a Yuui por un instante, como si de un felino se tratase. Trató de acomodarse, pero el alcohol que había en sus venas le impedían mantener el equilibrio. Yuui lo tomó entre sus brazos antes de que él cayera, y lo atrajo a su pecho. El joven, al inicio desconfiando, comenzó a acomodarse hasta que al final quedó dormido nuevamente, tal como un pequeño gato puede dormir en el regazo de su dueño.

Y las horas pasaron, y aunque no se conocían, aunque ni siquiera habían cruzado una palabra, permanecieron así durante varias horas. Yuui permaneció acariciando su cabeza, mientras el joven continuaba durmiendo sobre su pecho. No existía nada más que ese momento. Lo demás no importaba ya.

El joven fue despertando poco a poco mientras abrazaba a Yuui, quien estaba sorprendido, no podía comprender que era lo que pasaba, sin embargo la calidez de esos brazos que lo rodeaban tiernamente le hizo comprender que quería quedarse ahí, quizá para siempre.

"Perdón" dijo de pronto el joven, muy cercano a su oido.

"No te preocupes," respondió Yuui acariciandole el cabello nuevamente, "descansa un poco más".
El joven aceptó moviendo la cabeza y se quedaron así un poco más. Nuevas sensaciones se apoderaban de Yuui mientras cada minuto pasaba. Algo que no podía comprender, algo que hacía su corazón latir con nerviosismo. Se sintió aterrado, pero no pudo huir de ahí. No quería hacerlo.

Los minutos continuaron su rumbo lentamente, tratando de que aquella imagen permaneciera así perpetuamente. Sin embargo, el joven despertó sobresaltado de un momento a otro.

"Necesito irme de aquí" dijo el chico un poco asustado, "Es muy tarde ya" se levantó sin soltar la mano de Yuui, inconscientemente, tratando de esconder el evidente mareo debido a la cantidad de alcohol que al parecer había ingerido.

Yuui tampoco pudo soltarlo, pasó su mano sobre la cintura para asegurarse de que el chico no perdiera el equilibrio y lo acompañó hasta la puerta. El frio llenaba el ambiente, sin embargo había mucha calidez entre ellos dos. Hizo la parada a un taxi y abrió la puerta, pero el chico no entró. Sus brazos se extendieron hasta cubrir la espalda de Yuui, y los brazos de éste tomaron la figura del chico. Se mantuvieron así durante un rato, un momento eterno que parecía no acabar. Yuui sintió un dolor en su pecho, un dolor no físico pero si sentimental, como si un choque eléctrico tratara de revivir algo que estaba muerto desde hacía mucho tiempo.

Y de pronto un latido, un gran latido que pudo haber sido escuchado en todo el mundo.
El sonido de la vida,... el sonido de algo inexplicable que renacía en su interior.

"Perdon, y gracias por cuidarme, pero... tengo que irme", dijo el chico, subiendo lentamente al taxi apoyándose un poco en Yuui.

"Hasta pronto", se limitó a responder sin poder articular una palabra más. Cerró la puerta del taxi sin querer hacerlo, y miró fijamente a los ojos del muchacho. Unos ojos llenos de brillo y magia que no había podido conocer anteriormente, unos ojos que lo atraparon en ese instante y cuyo recuerdo comenzo a fijarse en su memoria y corazón. El auto comenzó a alejarse, hasta doblar en la esquina y perderse de vista, mientras Yuui se sentía confundido, sintiendo una calidez inmensa y un dejo de desolación que no podía comprender.

Sonriendo como nunca lo había hecho, miró la luna nuevamente y le pidió que le dijera el nombre de aquella persona que había conocido, que le mostrara el camino para llegar a él...

...sin embargo, la luna no le habló.

2 respuestas a lo que mi cabeza dice:

Dave Álvarez dijo...

muy chingon! me late

Setsuka dijo...

fucking cute!!!